Cualidades del tedio
- Rodericus
- Aug 16, 2018
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El aburrimiento, se supone, es una sensación que nadie quiere vivir. Con o sin razón, se piensa que aburrirse es algo a evitar a toda costa, pues la vida hay que disfrutarla y, por consiguiente, la monotonía parece ir en contra de tal propósito, que hoy se ha vuelto un axioma. Sin embargo, no viene mal matizar dicha reflexión, pues, al fin y al cabo, el tedio es un modo de notar que uno está vivo (los muertos no se aburren) y, a su vez, posee la cualidad de ensimismarnos, condición a la larga necesaria para buscar nuevas formas de acción. El tedio, entonces, es también un motor, una manera de empujar hacia lo inédito y hacia la creación de algo valioso. El fastidio, además, es la contraparte de la entretención y, claro, también resultaría frustrante divertirse todo el tiempo. Un jolgorio ininterrumpido acabaría siendo insoportable. Nadie está para algarabías perpetuas, menos aun cuando demasiado regocijo suele extraviar a casi todos. Incluso el hastío puede llegar a ser educativo. Lo vemos en los niños, esos maestros del solaz permanente. Si no se hartaran a cada rato, estarían menos ansiosos por jugar. Sus sencillos y variados pasatiempos son un tránsito continuo entre el desgano causado por el esparcimiento anterior y el entusiasmo surgido por el recreo siguiente.
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